Quien escribe tuvo la oportunidad de ver a Sandro sobre un escenario antes de que el pucho lo pusiera contra las cuerdas. Sobre el escenario era un señor. Conjugaba la elegancia (su smoking, su bata roja de Dandy) con la picardía de barrio. Por momentos nos descostillábamos de la risa, no era un show de humor, aún no se hacía acompañar por Matías Santoiani para hacer pasos de comedia que le permitirán leves descansos, pero así era Sandro. Era un seductor incansable y agradable. Era un grande.
Por Mariana Fracassi Lazzarini
En el campo de la música su as en la manga, a mi forma de ver, ha sido el hacer lo que le dio la gana. Cantó rock porque le gustaba el rock. Giro a la música romántica porque le dio la gana. Cantaba de “tú” y al mismo tiempo era el más claro exponente del chico de barrio. Acompañado por una muy buena calidad vocal y una muy inteligente selección de su repertorio.
Dicen que el que toca primero toca dos veces, y ese fue otro de los pilares en la carrera de Sandro. Fue el primer latino en cantar en el Madison Squeare Garden, el primer ídolo de la música para jóvenes. Quien se canso de llenar estadios de football cuando nadie lo hacía. El primero a nivel mundial que transmitió un concierto vía satélite. Pero hay algo aún más destacado en el campo musical y es que Sandro siempre conto con el respeto de sus pares, no importa de qué género o época se trate. Un claro ejemplo es el elitista mundo del rock, en donde desde grandes exponentes como Pappo Napolitano lo han hecho público; y recientemente se publico un disco en donde artistas del rock nacional le rinden homenaje.
En cine destaca en dos facetas: frente a cámara como el ídolo de moda, y en producción. Como actor su trabajo es correcto, más teniendo en cuenta que no tiene formación técnica y que pertenece a una camada en donde los cantantes de moda que aterrizaban en el séptimo arte a duras penas podían decir sus líneas. Como empresario cinematográfico, aunque no suela destacarse esto en sus biografías, logro películas con limitaciones dramáticas pero buena factura, que se han proyectado en todo el continente y más allá también, y que se seguirán viendo.
Ha sido un artista integral: cantante, músico, compositor, productor, empresario… Pero sobre todo, ha sido un ídolo, el único grande de toda la segunda mitad del siglo XX. Había otros, pero su luz se apago, la suya nunca.
Y ha sido, tal la coincidencia de todos los testimonios, un buen tipo.
Merecidamente será recordado como un buen artista y mejor persona.
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